Pero la fórmula se ha agotado, porque además es idéntica en todos los sitios y prácticamente se ha reducido a una fiesta de disfraces con trasfondo más o menos histórico. El concejal de turno contrata a una empresa que hace un mercado, contratan a empresas para animar un poco la jornada. Con suerte algunos se hacen su propio disfraz, más o menos afortunados, y para ayudar se suelen alquilar disfraces.
Pero el motivo para que nuestra asociación intervenga y exponga su opinión es para denunciar que mediante estas prácticas solo se consigue falsear la historia, engañar y confundir a quienes pueden estar interesados en su pasado. Es posible que alguien pueda estar motivado por su historia o su pasado a través de este tipo de fiestas, pero dudamos mucho que jamás pueda salir de las redes de la fantasía y la confusión generalizada que se urden en estos medios.
Nuestra asociación pretende hacer una reconstrucción de la Historia de modo fidedigno. Queremos revivir el pasado de una forma verídica, sin engañar a nadie ni hacer concesiones a la fantasía. Y eso es posible. Y además la realidad suele superar con creces a estas ficciones.
Esta proliferación a la que aludimos no ha favorecido evolucionar hacia una calidad, ni hacia una investigación del pasado o búsqueda de la realidad del pasado. A lo sumo se echa mano del erudito, el sabio local o el joven licenciado del pueblo para dar un barniz de autenticidad, al que tampoco se le da pie a corregir algunos defectos.
Si pretendemos aprender algo sobre la Edad Media a través de los mercadillos el batiburrillo mental puede ser importante. Los objetos a la venta no pueden ser más desoladores, como la espada de Conan o la del Señor de los Anillos, que para muchos pueden llegar a ser más o menos contemporáneas. Venta de alimentos de imposible existencia en la época por haberse traído tras el descubrimiento de América (pimientos, patatas….). Objetos de fabricación industrial o materiales de tecnología insospechada. En Mansilla hemos llegado a ver una tienda de sartenes, freidoras y tostadoras… eléctricas, que suponemos de alguna tienda de electrodomésticos próxima. Increíble.
En cuanto a los atuendos también nos encontramos con un panorama bastante triste. Nadie o casi nadie se preocupa de averiguar realmente cómo era la vestimenta de la época, los elementos que la acompañaban o los tipos sociales habituales… Basta con cortar una tela toscamente o imitando tal o cual película hollivudiense, comprar un cinturón de hebilla bien gorda “en el todo a cien” y salir a la calle tan campante.
Hasta la fecha en ningún lugar de nuestra geografía hemos visto nada ni remotamente parecido a lo que propugna nuestra asociación: reconstrucionismo histórico.
Y ni mucho menos nada que hablar sobre calidad.
Otro día continuamos con los festivales “celtas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario