jueves, 25 de enero de 2007

Se Inaugura el Museo de León

Aparecido en Opinión, Diario de León, jueves 25 enero 2007

¡Enhorabuena Museo de León!

Por Fernando Miguel Hernández - Arqueólogo
LOS ARQUEÓLOGOS deben acercarse al conocimiento histórico -y no debieran cejar en el intento- sin prejuicios, con una metodología objetiva y desde el rigor, siempre frío; con respeto y humildad porque su objeto de estudio es un bien del pasado, y público, de todos, de las generaciones que nos lo legaron, de las que hoy lo disfrutan y de las venideras que deben recibirlo y transmitirlo.

Nunca lo debe hacer desde la subjetividad ni la parcialidad, ni con ideas preconcebidas, porque limitarían su conocimiento. Tampoco debe dejarse llevar por el sentimiento ni la emoción porque velarían su mirada.

Pero hoy no puedo.

Desde que conocí la noticia de la pronta inauguración del Museo de León, las emociones se me agolpan. Estoy nervioso. Me sobrevienen tantos rostros de arqueólogos que clasificaron y estudiaron sus piezas; de restauradores que las consolidaban; de trabajadores de la Administración que ponían orden en sus fotografías antiguas y en su biblioteca; de las personas que limpiaban; de los técnicos que se formaron con sus colecciones; de los ciudadanos que hicieron públicos sus hallazgos y colecciones privadas; de todos aquéllos que hoy siguen en el empeño del Museo, y, en fin, de sus últimos directores, Eladio Isla (Don Eladio), Jorge Juan Fernández, de Luis Grau. Pero también la memoria me acerca otros tantos nombres sin rostro que fueron sus directores durante casi siglo y medio de historia, que comenzó en el lejano 6 de junio de 1869, quizás, siguiendo los ecos de La Gloriosa: desde el señor Álvarez de la Braña, Eloy Díaz-Jiménez y Molleda¿. hasta «Doña Ursicina».

¡Tantos años y tanto esfuerzo de todos!, tratando de sortear los avatares de jesuitas, escolapios y militares de caballería; de disparos en sus paredes y brutales torturas y hasta ajusticiamientos de viejos demócratas republicanos; de apetencias de obispados y de hoteleros que cicateaban el espacio compartido, y, en fin, de lugares impropios en bajos de oficina y locales del extrarradio. ¡Tanta ilusión y tanto desaliento!

Allá donde estéis, a todos, gracias, y sabed que el objetivo se ha conseguido. Enhorabuena Museo de León. Nadie impida que sea para bien.

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